Increíble
que un funcionario clausure su exposición en una jornada indicando que se pone a disposición de los presentes para cualquier
duda que puedan tener antes de gestionar erróneamente sus empresas .Además no
duda en dar su teléfono y su extensión, siendo consciente de la avalancha de
consultas que ese gesto le va a generar.
Increíble
que un funcionario exprese que en su tarea diaria tratan de disuadir al
consumidor de que no ponga una reclamación; esta persuasión no es a cambio de
favores, ni de jamones, sino de la explicación de la ley correspondiente, de
sus derechos y obligaciones.
Con
estas actitudes me congratulo y me sorprendo gratamente.
Resulta
un tópico la “potestas” de la Administración, que puede utilizar la fuerza para aplicar
su criterio imponiendo sanciones y haciendo ejecutar sus propios actos, y no es
tan visible que se encuentra inmersa en un proceso continuo de
mejora y modernización en busca de la excelencia.
Ese
camino está orientado hacia
aspectos esenciales: búsqueda de satisfacción del ciudadano como destinatario
del servicio y del empleado público como cauce para lograr sus objetivos.
El
ejemplo de personas como estas demuestra
que realmente la Administración va en pos de estos objetivos.
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