Estamos comiendo y en medio de la conversación comento que
practiqué tiro al arco en primaria.
-¿De verdad que hiciste tiro al arco, mamá? ¿De verdad?
Santi en un tono totalmente burlesco que lo expresaba su
mirada y su sonrisa me interpelaba una y otra vez con esta pregunta.
Me paré y le dije: me entristece que me trates así.
Me entristece que te burles de un hecho que pasó y que estoy
comentando en este momento.
A partir de aquí su padre y yo le preguntamos si ese tono
chulesco lo utilizaba también con sus pares.
Ese tono podría destruir a otro niño si por sistema se lo
hacia.
Y entonces salió a relucir una llamada de una madre de un compañero suyo que me explicaba que sentía que su hijo no era bien tratado por Santi. Santi, en su momento, reconoció que no solo era el sino también otros niños los que se metían con con él porque sencillamente se “chuleaba” y entonces llegamos al QUID DE LA CUESTION.
Y entonces salió a relucir una llamada de una madre de un compañero suyo que me explicaba que sentía que su hijo no era bien tratado por Santi. Santi, en su momento, reconoció que no solo era el sino también otros niños los que se metían con con él porque sencillamente se “chuleaba” y entonces llegamos al QUID DE LA CUESTION.
El susodicho se chuleaba de que tenía la play y resulta que
Santi no tiene este aparatejo.
A partir de ahí descubrimos un dolor grande de mi hijo por no
tener esta maquinita.
NO TENER LA PLAY te descarta en el patio del colegio.
NO TENER LA PLAY y el juego fortnite te excluye de las
conversaciones con otros compañeros en madrugadores y continuadores.
NO TENER LA PLAY te hace un ser diferente frente a
prácticamente todos los niños que tu hijo te asegura que la tienen.
-¿Y para qué papa y mamá no te compran la play? ¿para
fastidiarte? ¿para que seas diferente? ¿Para qué te llamen “rarito” el resto
del mundo?
-¿De verdad crees que a papa no le gustaría el salón con una
pantalla a todo trapo, altavoces con sonido envolvente y un montón de juegos?
Me gustaría tanto como a ti, pero pienso en vosotros y en que quizás ese tiempo
me quitaría de hacer otras cosas incluso podría engancharme como cualquiera.
En medio de una conversación larga tratamos de explicarle que
los adultos tampoco tenemos “otras plays”.
NO TENER LA PLAY es no salir a cenar por sistema a un
restaurante porque sencillamente tu economía no te lo permite.
NO TENER LA PLAY es cambiarte de ropa escasamente y repetir
continuamente frente a otros compañeros que tiene infinidad de ropa, calzado y
complementos diferentes.
NO TENER LA PLAY es acostumbrarte a un coche pequeño y muy
funcional que te lleva y te trae divinamente sin aditamentos ni tecnología
último modelo.
NO TENER LA PLAY es viajar en verano a tu pueblo sin grandes
alharacas y ni oír hablar de viajes de media o larga distancia.
Después de ejemplificar por activa y por pasiva el niño no conseguía
llegar a la idea de que siempre habrá gente en tu vida que tenga más cosas que tú
y otros que tengan menos y si continuamente te comparas te convertirás en una
persona vana y amargada.
Después de un buen rato de conversación y muchas lágrimas
nosotros llegamos a la conclusión de que había sacado algo que tenía muy dentro
y que finalmente la vorágine del cursos escolar te impide dedicar tiempo a la
conversación y a la reflexión para educar y tener criterio y que es el diálogo
sosegado el que nos permitirá hacer grandes hijos.