Sirvan estas líneas para hacerte
un homenaje, después de conocer la noticia de tu fallecimiento.
He tenido la gran suerte de
tratarte por tu contacto con la asociación de esteticistas de Valladolid,
integrada en la Confederación Vallisoletana de Empresarios.
Desde el principio has dado un
paso al frente para colaborar todo lo que has podido.
Recuerdo momentos muy gratos en
el I.E.S. Ramón y Cajal hablando a las futuras profesionales de la estética
y la imagen personal de tu experiencia de vida. Allí conocí datos de tu
biografía que me conmovieron. Querías ser actriz de teatro y, de hecho, te
iniciaste pero al comprender que aquello no te permitía vivir, decidiste
estudiar esta profesión que te ofrecía estar en contacto con los actores por el
gesto del maquillaje.
Recuerdo la gran cantidad de
imágenes que proyectabas en el aula con distintos trabajos, con grandes actores
y actrices del Coro Lírico del Teatro
Calderón y, en la actualidad, en One Peluquerías donde tenías tu cabina
desde hace más de 30 años.
En aquella charla transmitías a
las alumnas la importancia de la constancia, de la fortaleza y la formación continua.
Creías tanto en todo esto, que en este mes de marzo te formabas en un curso
promovido por la asociación.
Recuerdo conversaciones animosas
donde me exponías tu punto de vista sobre la conciliación de la vida personal y
familiar y apuntabas que gracias a tu marido, Raúl, habías podido disfrutar y
dedicar mucho tiempo a tu trabajo y tener disponibilidad para viajar a eventos
mundiales.
Además me hablabas de tus hijos,
causantes de tu continuo estudio del inglés y por los que sentías una gran
admiración.
Tu hija, Irene ,desde pequeñita,
brillante, estudió el bachiller fuera de España y consiguió una beca para acabar
en una universidad americana, donde en la actualidad vive y desarrolla su
actividad con prestigio.
Tu hijo, Pablo, también con una
gran formación, rápidamente ha despegado profesionalmente por el mundo.
Has acudido a nuestras reuniones
de los primeros lunes de mes con constancia, aportando y has asumido con
generosidad la presidencia durante un año largo, con el objeto de dar
continuidad a este movimiento asociativo en un momento complicado.
He podido hablar contigo desde el
hospital. Me has contado con naturalidad lo que te pasaba y me transmitías tu
ánimo y valentía, incluso me insistías en que lo trasladara a la asociación en
la próxima reunión, cosa que he hecho diligentemente.
Te plantee ir a verte. Realmente
el trato contigo me ha hecho tenerte un gran cariño y quizás en mi interior
pensaba que pronto te podías despedir. Me decías que estabas bien acompañada,
que había venido tu hija y tu gran familia de hermanos hacían turnos para
atenderte en este duro trance.
Bueno Nati, me alegra mucho
haberte conocido y compartir vida contigo.